10 conceptos que no sabías sobre conocimientos esenciales para facilitadores sociales

Capital Social: 

Es concebido generalmente como el conjunto de normas de confianza, valores, actitudes y redes entre personas e instituciones en una sociedad, que define el grado de asociatividad entre los diferentes actores sociales y facilita acciones colectivas y de cooperación. Puede tener varias dimensiones: una individual, es decir el grado de integración a su entorno a partir de las relaciones más cercanas de una persona, familia o empresa; una dimensión sectorial, es decir la acción de personas u organizaciones en su entorno ampliado, su interrelación y su relación con los poderes públicos (pertenencia a redes comunitarias, gremios, asociaciones empresariales, etc.). Finalmente, está la dimensión colectiva o nacional, es decir el capital social entendido como un acervo de una sociedad en su conjunto. En ese sentido, el concepto de Capital Social agrupa nociones de confianza, asociatividad, conciencia cívica y valores éticos predominantes que, en conjunto, facilitan o dificultan el Desarrollo de una determinada sociedad.
La gran ventaja de este concepto es que hace reconocer que las relaciones sociales de solidaridad, cooperación y confianza son productoras de una riqueza y beneficio social sostenible (porque ligados con el mismo tejido social) que no podría ser obtenido desde el mero mercado. Permite criticar lo absurdo que constituye, desde un estricto punto de vista económico, el hecho de destruir relaciones sociales y culturales reemplazándolas por meras relaciones económicas, al incentivar la mercantilización de todas las dimensiones de la vida humana. Desde el punto de vista de las disciplinas universitarias, el Capital Social es el puente teórico entre un enfoque meramente económico y un enfoque social y cultural del Desarrollo de la sociedad.

Ética:
Viene del griego êthos que significaba “morada” y “forma de vida”, “lo normal”, “lo que la gente hace”. La ética puede ser definida como el cuidado de la morada común y de lo que la gente hace normalmente en ella, examinando, evaluando y mejorando estas “normas”. Esta morada tiene múltiples dimensiones: personal, social y planetaria. El progreso de las normas éticas está ligado a su capacidad de ser cada vez más universalizables. En efecto, la racionalidad moral se expresa en la capacidad de universalización de nuestras reglas de conducta.

Currículo oculto:
Según Apple, se trata del "conjunto de normas y valores que son implícitamente pero eficazmente enseñados en las instituciones escolares y de las que no se acostumbra a hablar en las declaraciones de fines y objetivos de los profesores". Su percepción precisa un análisis hermenéutico, casi psicoanalítico, de los procesos educativos, poniendo en evidencia los sentidos ocultos de lo que se muestra en los currículos declarados. Parte del convencimiento de que todo discurso educativo se basa en supuestos implícitos que a menudo el propio discurso ignora. Por ello el currículo oculto se revela sobretodo en las ausencias, las omisiones, las jerarquizaciones, las contradicciones y los desconocimientos que presenta el mismo currículo oficial y la práctica diaria docente que, se supone, lo realiza; al igual que los deseos inconscientes de una persona se revelan ante todo en los actos fallidos cotidianos.
El análisis del currículo oculto mide la diferencia entre el currículo intencional (tal como lo proclaman la institución y el docente) y el currículo realmente aprendido por el estudiante (tal como egresa de la institución), diferencia que resulta de los aprendizajes no intencionales en la institución (lo que se transmite sin saberlo).

Transdisciplinariedad
La evolución del término admite diversas lecturas y concepciones. Todas ellas, sin embargo, refieren a una nueva manera de organizar el conocimiento, produciendo nuestras maneras de pensar la realidad. Desde un punto de vista histórico, los discursos sobre transdisciplinariedad han evolucionado mucho en relativamente escasas décadas. De acuerdo a Julie T. Klein, es posible diferenciar tres momentos en esta concepción:
1. Primer momento (1970): Diálogo entre distintos saberes y estructuras sistémicas del conocimiento (más asociado al campo de la interdisciplinariedad, ej. Piaget, Jantsch, Conferencia de la OCDE).
2. Segundo momento (1987): entre, a través y más allá de las disciplinas (investigaciones transdisciplinarias de tipo orientado/aplicado, donde se involucren actores de fuera de la academia) (Nicolescu, Congreso de Locarno).

3. Tercer momento (1990-2000): investigación orientada, más allá de lo disciplinario, práctica, participativa y procesal: campos donde el desarrollo social, técnico y económico interactúan con componentes de valores y cultura. (Häberli et al., Congreso de Zurich).
Para diversos autores, el núcleo de la idea de transdisciplinariedad es la posibilidad de que diferentes disciplinas académicas trabajen de manera conjunta con profesionales y beneficiarios para resolver problemas concretos del mundo real. La incorporación de conocimientos no sistematizados de manera científica en la identificación y resolución de problemas es una característica distintiva.
Es importante subrayar que la transdisciplinariedad no niega la importancia de los desarrollos disciplinarios, sino que los potencia a través de los diálogos y la fertilización cruzada. Es desde aquí que se puede entender con claridad la sustancia del prefijo trans, significando a la vez un movimiento “entre”, “a través de” y “más allá” de las disciplinas. Esto también promueve estrategias que tiendan a generar pasarelas entre las ciencias tecnológicas, las humanidades y las artes.
De acuerdo a la Carta de la Transdisciplinariedad (Portugal, 1994), las tres características fundamentales de la actitud y visión transdisciplinaria son el rigor, la apertura y la tolerancia. Rigor en los argumentos, tomando en consideración todos los datos existentes, como la mejor barrera frente a las posibles distorsiones. La apertura involucra la aceptación de lo desconocido, lo inesperado y lo imprevisible. La tolerancia implica el reconocimiento del derecho de ideas y verdades opuestas a las propias.
Desde nuestro punto de vista, se puede describir, a la vez, como:
a) actitud: formación de un espíritu abierto a los enlaces y a lo desconocido;
b) estrategia: conjugación de distintos tipos de conocimientos (disciplinarios y extradisciplinarios), que permite -propone- la articulación de actores diversos para la producción de un conocimiento pertinente

Desarrollo Humano Sostenible:
Es un término clave que debe ser cuidadosamente definido para la RSU. Debemos desagregar la definición en tres adjetivos “humano”, “equitativo”, “sostenible”.
Desarrollo humano significa el “proceso de expansión de las capacidades de las personas que amplían sus opciones y oportunidades” (PNUD). Pero no se limita al acceso al empleo y a servicios de educación y salud, sino que abarca otras dimensiones fundamentales de la humanidad tales como “el goce de libertades civiles y políticas y la participación de la gente en los diversos aspectos que afectan sus vidas”. El concepto de desarrollo humano incluye pues la problemática de la gobernabilidad democrática, la participación y vigilancia ciudadana y la generación de capital social. Es preciso notar que el concepto de “Desarrollo” se diferencia de aquel de “Asistencia”, que se refiere a una ayuda humanitaria a personas o poblaciones en situación de emergencia o vulnerabilidad extrema. Como tal, la Asistencia debe ser concebida como puntual y limitada en el tiempo, porque no genera de por sí posibilidad de expansión de capacidades, y puede degenerar en “asistencialismo” que es un proceso de “antidesarrollo”.

• Desarrollo equitativo subraya no sólo la necesidad de que todas las personas, sin distinción ni exclusión de ningún tipo, puedan obtener estas capacidades del desarrollo humano, sino también el hecho (bien reconocido hoy) de que el crecimiento económico no significa necesariamente mejora para todos, es decir que un “desarrollo” que agranda la brecha social no es un “desarrollo”. Al contrario, las últimas décadas nos han mostrado en América Latina como “buenos” resultados macroeconómicos podían significar empobrecimiento, exclusión y aumento de las desigualdades. Desarrollo “equitativo” significa entonces el deber moral de justicia e inclusión social, así como de solidaridad con los que menos capacidad tienen para desarrollar sus capacidades. Esa solidaridad puede significar preferencia ética y prioridad en la atención de los problemas de los sectores más excluidos, pero no puede significar focalización exclusiva en ellos (como es el caso en la estrecha visión asistencialista de la beneficencia) puesto que, casi siempre, la situación de exclusión tiene múltiples raíces y necesita de un enfoque complejo y holistico para diagnosticar y suprimir sus causas. La inevitable tensión que resulta, a partir del deber moral de solidaridad, entre la participación en el desarrollo humano del otro vulnerable y el riesgo de asistencialismo, es una valiosa fuente de reflexión crítica, así como la pregunta “¿Qué iniciativa sirve mejor la promoción del desarrollo humano de los más excluidos?”. Esta reflexión crítica debe acompañar permanentemente toda iniciativa de ayuda y permitir evaluar su calidad y legitimidad.

• Desarrollo sostenible significa “desarrollo que satisface las necesidades actuales de las personas sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas” (Comisión Brundtland). Extendiendo la meta del desarrollo humano a todas las personas que vivirán en el futuro, la “sostenibilidad” introduce exigencias de gestión racional de los recursos disponibles en el planeta, es decir complementa y equilibra las perspectivas sociales y económicas con la perspectiva ambiental y ecológica. Desarrollo
sostenible no significa meramente “cuidado del medio ambiente”, sino “complejidad” en los modos de calcular los beneficios y costos de las acciones humanas, al incluir los intereses de las generaciones futuras y la problemática “ecológica” en los informes “económicos”. El enfoque de sostenibilidad permite concebir el problema del desarrollo en términos de gestión de la casa común (oikos), tratando de equilibrar la satisfacción de los intereses de todos sus habitantes en interrelación e interdependencia.

Ethos oculto:
Más allá del mero concepto de “currículo oculto” que se relaciona sobre todo con el contenido curricular de las asignaturas y los métodos de enseñanza, la noción de Ethos oculto se refiere al conjunto de la institución académica en cuanto tal, los aspectos de la vida cotidiana, tanto administrativa y organizacional como pedagógica, que no están abiertamente formulados y explicitados, pero que existen y tienen efectos actitudinales y valorativos que condicionan el normal proceso de aprendizaje de los estudiantes. Así, se trata de develar una especie de pedagogía invisible estrechamente relacionada con la ejecución de rutinas en la institución, rutinas intersubjetivas que legitiman, de manera sutil y no tan sutil, prejuicios, valores poco defendibles, discriminaciones, etc.
Es gracias a este concepto de Ethos oculto que podemos reconocer el papel educativo que la administración central de la Universidad tiene, muchas veces sin querer ni saberlo. Esto justifica que la gestión socialmente responsable de la administración universitaria forme parte de la educación en valores que brinda a los estudiantes.
Para acceder al ámbito del "Ethos oculto" de la universidad, hay que reconocer que ningún estilo de convivencia es éticamente neutral, luego la manera de “cohabitar juntos” y el uso diario de las infraestructuras e insumos del campus, designan un cierto Ethos, una manera de ser y valorar ciertas actitudes más que otras, definir lo normal, lo habitual y lo que no lo es. El análisis del Ethos oculto contesta a la pregunta: ¿Qué ética, qué forma de vida y valores transmitimos realmente, en lo cotidiano, a nuestros estudiantes?
¿Qué valores promueve efectivamente mi institución académica en la educación de los estudiantes? ¿Qué comportamientos y actitudes incentiva sutilmente la vida cotidiana en mi universidad? ¿Qué discriminaciones y jerarquizaciones operan silenciosamente las asignaturas y currículos de las carreras enseñadas en mi casa de estudios?
La búsqueda de coherencia moral entre el discurso (las declaraciones de principios) y la práctica nos exige hacer este diagnóstico integral del Ethos oculto de nuestra universidad, como una investigación sistemática de todos los dobles discursos escondidos en nuestra práctica cotidiana que designan incongruencias éticas entre nuestras declaraciones de intenciones y nuestros actos.

Solidaridad (etimología):
“Etimológicamente, la palabra solidaridad tiene su raíz en el latín, si bien su procedencia no es directamente de la lengua latina, sino a través del francés, que parece ser el primer idioma en utilizarla. La raíz latina está en la familia de las palabras de solidas, con el significado de "sólido", "compacto", "entero". En esta raíz etimológica de la palabra encontramos "dos universos significativos: el de la construcción (algo construido sólidamente) y el de la jurisprudencia (obligaciones contraídas in solidum, es decir mancomunadamente). Del primero quedará la lógica orgánica en el concepto de solidaridad: la unidad de un todo en el que las partes están sólidamente trabadas. Del segundo quedará la exigencia de compartir el destino entre las personas implicadas.”

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