La memoria es selectiva. Almacena, retiene, guarda, pero sólo lo que quiere. La intensidad de ese recuerdo es decisiva. Cuanto más placentero o más traumático resulta, más tiempo se mantiene a salvo del olvido. Y nos constituye como individuos: da fe de quienes hemos sido, de quiénes somos. Podrá cambiar nuestro aspecto físico, pero si logramos recordar, seguiremos estando aquí y ahora.
¿Sabían que basta con creer que una experiencia vivida es importante, para que pasadas 12 horas ese recuerdo sea archivado?
Un experto en psicología de la Universidad de Harvard (EE.UU), Daniel Schacter, se ha especializado en memoria y neuropsicología, y ha estudiado los engranajes de la memoria. En su libro Los siete pecados de la memoria, da cuenta de ciertas fallas adaptativas que ponen en evidencia por qué olvidamos lo que olvidamos, o dicho de otra forma, por qué recordamos lo que recordamos:
1- La distractibilidad: Sucede cuando hacemos algo y luego no recordamos haberlo hecho. ¿Cómo podemos olvidar dónde dejamos las llaves o los anteojos? Sencillo: no prestamos atención suficiente al momento de hacerlo.
2- El bloqueo: Una experiencia que tiene lugar cuando somos conscientes de que sabemos algo pero no podemos recordarlo. Es el famoso "lo tengo en la punta de la lengua" y dicen que tiene que ver con la necesidad de la memoria de "hacer lugar" para otros recuerdos.
3- La transitoriedad: Cómo el paso del tiempo afecta la memoria y de repente olvidamos, por ejemplo, el nombre de alguien que no vemos hace un tiempo.
4- La atribución errónea: Nos lleva a confundir realidad con fantasía. Recordamos sucesos que no tuvieron lugar o creemos estar en lugares donde no hemos estado.
5- La propensión: Habla de cómo aparecemos con todos nuestros conocimientos a la hora de reconstruir el recuerdo. Es muy común traer una situación del pasado pero destacando cómo nos sentimos ahora con eso que pasó.
6- La persistencia: Tiene que ver con el impacto que nos produjo esa vivencia que dio origen al recuerdo.
7- La sugestibilidad: Los recuerdos no se graban como fotos, por eso, al evocarlos, solemos reconstituirlos agregándoles detalles que por ahí tuvieron lugar con posterioridad.

Razones sobran, entonces, para no desesperar. El olvido es humano e indispensable. Y si nos asalta con más fuerza con el paso del tiempo, es porque hemos conseguido llegar a viejos. Ejercitar la memoria, estimularla, es una buena manera de preservarla.

¿Cuál es ese recuerdo que jamás has olvidado?

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