CUELGA UNA CINTA AMARILLA EN EL VIEJO ROBLE...

 En mi profesión, usualmente me reúno con colegas amigos de otros países, para compartir tiempo con nuestras familias y apoyarnos mutuamente en nuestra tarea educativa.

En una oportunidad John, mi amigo norteamericano, me refirió una historia que había mencionado su padre y a él le había impresionado mucho. John me la relató y no la he olvidado, y cabe decir que sobre esta historia se escribió una canción. El relator de la historia la refirió así:

“Un día de verano me encontraba viajando desde El Paso, Texas hacia Mesa, Arizona, en esos parajes, la llanura es agreste, debido al desierto de Arizona, y a su largo existen pequeñas ciudades y pueblos. A mi lado viajaba un hombre Delgado, de rostro demacrado, quien parecía tener unos 45 años, de cabellos algo grises y su abrigo de lona muy gastado le daba un especto de vaquero tejano. Al poco tiempo de viaje comenzamos a conversar, y yo le explicaba el motivo de mi itinerario. Nuestra conversación sonaba fuerte en el autobús, en el silencio del viaje, y sin nosotros pretenderlo, los pasajeros nos oían sin querer. Escuchó silencioso y cuando terminé de hablar, me observó con sus ojos grises que reflejaban una extraña tristeza y habló con voz suave y pausada. -Yo soy de Arizona- dijo, - nací aquí, pero por esas cosas de la vida, por mi propia torpeza, cometí un error que me costó 3 años de cárcel. Vivía con una mujer maravillosa, y por querer lograr un mejor modo de vida, cometí este terrible error que me hizo perder mi libertad, esto me avergonzó de tal manera, que fui incapaz de escribirle a mi amada y tampoco contesté sus cartas. Siempre estuve seguro que ella no querría volver a verme jamás. Yo escuchaba con toda atención, cuando continuó: - era y es muy grande mi dolor, ella vive en una pequeña ciudad, cerca de Phoenix. Mi condena terminó, pero junté mis fuerzas y le escribí una carta antes de tomar este viaje en autobús, en ella le pedí que si deseaba volver a verme, me lo hiciera saber colgando una cinta amarilla en el viejo roble que se encuentra a la entrada del pueblo, si no lo hacía, yo continuaría mi viaje sin pretender molestarla.

A todo esto el viaje continuaba y me hice la misma pregunta que se hicieron sin duda los pasajeros que habían escuchado la historia. ¿Estaría allí la cinta amarilla cuando él llegara?. El viaje continuaba bajo el sol inmisericorde de Arizona, a nuestros costados el paisaje del desierto se extendía hacia una llanura que me parecía infinita. El hombre permanecía silencioso con la vista fija en la ruta que nuestro viaje devoraba inexorable. No había pasado mucho tiempo cuando el conductor anunció la llegada al próximo pueblo. - ¡Ese es! - dijo él - cuando tomemos la próxima curva vamos a ver al viejo roble.

Era sorprendente pero a esa altura todos queríamos ver al viejo árbol, ¿estaría la cinta amarilla colgando del él?

El autobús redujo su velocidad para ingresar a la curva, por un momento casi detuvo su marcha y luego la entrada del pueblo con su viejo roble apareció ante nosotros.

Rápidamente observé al viejo roble y también todo el pasaje hizo lo mismo.

Lo que vimos nos hizo lanzar un grito de sorpresa, a todos, el viejo roble tenía atadas a él cientos de cintas amarillas, quizás miles, estaba totalmente cubierto. Era algo impresionante. Cuando el autobús se detuvo por un momento en la parada, y él descendió, en la acera una atractiva mujer se lanzó hacia él y ambos se fundieron en un abrazo por largo tiempo que nos emocionó a todos”.

Nunca olvidé esto porque es un ejemplo de como es el amor verdadero. Te relato esto porque el amor verdadero es necesario para la construcción de nuestro universo. La vida está fundamentada en el amor, el amor sabio, el amor entendido. Esta mujer comprendió y no juzgó.

Entonces con amor:

Haz de la alegría y la felicidad el centro de tu vida. La ale­gría y la felicidad están siempre dentro de ti. Procura conectar con ellas en tu interior. Construye tu vida al­rededor de esa alegría.

Desarrolla una fuerte conexión espiritual con la vida.

La soledad es uno de los momentos espe­ciales de la vida. Tu relación con tu yo interior es la más importante. Dedica tiempo a reflexionar tranqui­lamente.

Así tendrás amor inagotable, entonces cambiarás tu vida y las de los demás.

Nelson Astegher.

 

 

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Comentario

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Comentario de Nelson Astegher el julio 18, 2013 a las 9:34pm

También yo Martha, me emocione la primera vez que escuché la historia, sobre todo porque es un buen aliciente para el amor verdadero. Gracias por tu reflexión.

Comentario de Nelson Astegher el julio 18, 2013 a las 9:31pm

Concuerdo contigo Luzmila, es muy bueno el ejercicio de la cinta amarilla, respecto al amor, al amor a los nuestros, a nuestros amigos, y a mucha gente valiosa que muchas veces se acerca a nosotros y por miopía no ponemos la cinta amarilla.

Comentario de Luzmila Guisao Peña el julio 14, 2013 a las 1:22pm

Hermoso, no lo había leído, cuantas cintas amarillas  nos hemos negado a colgar, por estar apegados a los prejuicios, cuantos momentos lindos hemos malogrado por no aprender a valorar mas el fondo que la forma.

Muchas gracias Nelson.

Comentario de Martha Eugenia Rueda Ardila el junio 21, 2013 a las 6:08pm

Gracias, Nelson me emocione mucho al leer el relato y ojala todos pudiéramos amar de esa manera.

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