El Texto de Galileo Galilei
Bertolt Brecht desarrolla bajo un exhaustivo estudio de la vida de Galileo y de la sociedad de entonces, un extraordinario texto donde imputa los pecados de las clases sociales de aquel tiempo. Es notable para analizar y descubrir lo que se hacía al pueblo de la época y lo que se sigue haciendo hoy día. Es para preguntarse si nos hemos perfeccionado y cuanto.

Dice Galileo:
“... En mis horas libres, que son muchas, he examinado detenidamente mi propio caso y me he preguntado cómo me juzgará el mundo de la ciencia, del que yo no me considero miembro. Hasta un comerciante en lanas –además de comprar barato y vender caro- debe ocuparse de que el comercio de la lana en general no sufra tropiezos. Y el cultivo de la ciencia exige, en este sentido, me parece, un coraje excepcional. La ciencia comercia con un saber obtenido por medio de la duda. Pretende proporcionar conocimientos a todos, acerca de todas las cosas, y tiende a convertir a cada hombre en alguien que piense y dude.
Ahora bien, los príncipes, los clérigos y los grandes señores se han preocupado de mantener a la mayoría del pueblo en una nebulosa de mentiras y supersticiones destinadas a ocultar sus propias maquinaciones. La miseria de la gente es vieja como las montañas; y, desde el púlpito y la cátedra se predica también que es indestructible como las montañas. Por eso, nuestro nuevo arte de la duda cultivó a las multitudes. Nos arrancaron el telescopio de las manos y con él enfocaron a sus opresores. Y, de pronto, esos hombres egoístas y brutales que se aprovechaban ávidamente de los frutos del trabajo científico, sintieron que la fría mirada de la ciencia, detectaba y denunciaba una miseria milenaria pero artificial, que podía ser fácilmente eliminada si se los eliminaba a ellos mismos.
Nos cubrieron, entonces, de amenazas y sobornos, que resultaron irresistibles para las almas débiles. Pero, acaso, ¿podemos negarnos al pueblo y, al mismo tiempo, seguir siendo hombres de ciencia?
Los movimientos de los cuerpos celestes son, ahora, más fáciles de calcular; pero los pueblos todavía no pueden calcular los movimientos de sus señores. La lucha por medir el cielo ha sido grande, pero las madres del mundo siguen siendo derrotadas día a día en la lucha por conseguir el pan de sus hijos. Y la ciencia debe ocuparse de esas dos luchas por igual.
Una Humanidad que se debate en las tinieblas de la superstición y la mentira, y es demasiado ignorante para desarrollar sus propias fuerzas, no será capaz de dominar las fuerzas de la naturaleza que ustedes, los científicos, descubren y le revelan. ¿Con qué objetivo trabajan ustedes?
Mi opinión es que el único fin de la ciencia consiste en aliviar la miseria de la existencia humana.
Si los científicos se dejan atemorizar por los tiranos y se limitan a acumular el conocimiento por el conocimiento mismo, la ciencia se convertirá en un inválido y las nuevas máquinas sólo servirán para producir nuevas calamidades. Tal vez, con el tiempo, ustedes lleguen a descubrir todo lo que hay para descubrir; pero, ese progreso, sólo los alejará más y más de la humanidad. Y el abismo entre ella y ustedes, los científicos, puede llegar a ser tan profundo que, cuando griten de felicidad ante un nuevo descubrimiento, el eco les devolverá un alarido de espanto universal.
Yo tuve, como hombre de ciencia, un privilegio único: en mi tiempo, la astronomía llegó a los mercados. En esas circunstancias tan particulares, el hecho de que un solo hombre resistiera, pudo haber provocado grandes conmociones. Si yo no me hubiera retractado, quizás los hombres de ciencia de todo el mundo habrían llegado al solemne compromiso de utilizar sus conocimientos sólo en beneficio de la Humanidad.
En cambio, ahora, lo único que podemos esperar es una generación de enanos más o menos ingeniosos que podrán ser alquilados para cualquier fin. Por otra parte, estoy convencido de que nunca estuve en peligro. Durante algunos años fui tan fuerte como las autoridades. Pero, entregué mi saber a los poderosos para que se sirvieran de él, para que lo desperdiciaran o para que lo usaran mal, según sus intereses. Yo traicioné mi profesión... Un hombre que hace lo que yo hice no merece ser aceptado en las filas de los científicos... “

Eugen Berthold (Bertolt) Friedrich Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898 – Berlín Este, 14 de agosto de 1956), fue un dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo XX, creador del llamado teatro épico.

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Comentario

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Comentario de Nelson Astegher el abril 17, 2013 a las 11:18am

Este escrito da la idea de que segun pasa el tiempo las cosas cambian pero el hombre siempre es el mismo. Muy buena reflexion Luzmila, muchas gracias.

Comentario de Luzmila Guisao Peña el abril 16, 2013 a las 10:47pm

Indudablemente que las "predicciones" de Galileo respecto a la humanidad actual y sus científicos es bastante acertada, no cabe duda que la ignorancia sigue siendo la reina de los sistemas que sumergen cada vez mas a los individuos en sus supersticiones y temores, en todo el mundo las luchas por la supremacía del poder arrasa con la dignidad humana y su espiritualidad..Tremenda reflexión la que nos plantea, a tantos años, este gran personaje.

Comentario de Nelson Astegher el marzo 16, 2013 a las 12:46am

Excelente reflexión Martha, es justamente lo que debemos hacer, hacer la diferencia, lo que sabemos que es bueno y el mundo comenzará a cambiar, muchas gracias por tu pensamiento.

Comentario de Martha Eugenia Rueda Ardila el marzo 15, 2013 a las 1:51pm

"el hecho de que un solo hombre resistiera, pudo haber provocado grandes conmociones. Si yo no me hubiera retractado, quizás los hombres de ciencia de todo el mundo habrían llegado al solemne compromiso de utilizar sus conocimientos sólo en beneficio de la Humanidad."

cada persona va haciendo la diferencia y siempre podemos llegar a ser mejores.

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