ELLOS NOS DAN AMOR Y FIDELIDAD SIN LÍMITES

Murió el perro que en 9 años jamás se alejó de la tumba de su amo en el cementerio La Piedad.
Lo encontraron el lunes aullando de dolor. Fue llevado a una veterinaria, pero falleció al día siguiente. Todos lo conocían en el cementerio del oeste de Rosario donde llegó el día en que sepultaron a su dueño.

DANI UMPI 

La fidelidad de un perro no tiene límites. Siguen a sus dueños a dónde sea, incluso si se trata de partir, hacia el otro mundo. En Rosario, Argentina, como ejemplo de es-to, falleció un perro que cuidó la tumba de su amo durante 9 años, como testimonio de la más profunda devoción canina. Los empleados del cementerio La Piedad, lo llamaron como su raza: Collie. Era de color dorado y su pelaje era abundante. Tenía una bonita apariencia. Sin embargo era esquivo y retraído. Tal vez porque desde que había llegado allí con el cortejo fúnebre, que trasladó los restos de su amo, decidió quedarse y nada lo convencería de lo contrario. No se permitió enca-riñarse con nadie, que lo alejara de allí.
Un cuidador se encargaba de alimentarlo a él y a otros perros callejeros que adoptaron el lugar como residencia. Cuando este se jubiló, esa pasó a ser tarea del director del lugar. Con el tiempo, una asociación proteccionista que lo vigilaba regularmente notó que en ocasiones gritaba, como si le doliera algo.
Collie ya tenía entre 12 y 14 años. Debido a su condición delicada fue internado en una clínica animal. El veterinario determinó que se encontraba deshidratado a causa de una alteración en sus riñones, agravada por su edad. Durante el pasado fin de se-mana se encargó de suministrarle flúidos, pero el animal falleció el lunes al medio día.
Cuando trascienden estas historias, a menudo se recuerda a Hachi, el perro de la pelí-cula Cuenta Conmigo, que recrea un caso real ocurrido en China. Sin embargo, en 1858 en Edimburgo, Bobby el perro del cementerio de Greyfriars, es un antecedente histórico que muestra la fidelidad canina hacia el ser humano. Son la prueba indudable del amor incondicional, de nuestros amigos de cuatro patas.
La historia de Capitán, el perro que vive junto a la tumba de su dueño

 

Se instaló en el cementerio de Carlos Paz en 2007, meses después de la muerte de su amo. Llegó solo y se niega a abandonar el lugar

La historia de Capitán, el perro que vive junto a la tumba de su dueño. Se instaló en el cementerio de Carlos Paz en 2007, meses después de la muerte de su amo. Llegó solo y se niega a abandonar el lugar.
La fidelidad en los perros es una característica casi indiscutible. Capitán, un mestizo con algo de ovejero, es un ejemplo extremo de eso.
Hace cinco años vive en el cementerio en el que está enterrado su dueño, en Carlos Paz, y puntualmente cada día a las seis de la tarde se recuesta sobre su tumba.
La historia de Miguel y Capitán, que hoy recoge el diario La Voz, comenzó a mediados de 2005, cuando el hombre –pese a la reticencia de Verónica, su mujer- llegó con el perro a la casa, como un regalo para su hijo Damián Guzmán, que hoy tiene 13 años.
Al año siguiente, el 24 de marzo de 2006, Miguel murió en el hospital de Villa Carlos Paz. Días después, Capitán también se fue de la casa. Vivió un tiempito en la calle, a metros de allí, hasta que finalmente los Guzmán le perdieron el rastro.
El reencuentro se produjo en forma fortuita, un día que Verónica y Damián habían ido al cementerio. El chico reconoció de inmediato a su mascota. “Comenzó a gritar que era Capitán y el perro se nos acercó ladrando, como si llorara”, contó la mujer al diario cordobés. Al momento de emprender la vuelta, pese a que lo llamaban, Capitán se quedó allí. Una semana después, volvieron. El perro seguía ahí. Al irse, algo cambió. Los tres regresaron caminando juntos. “Se quedó un rato con nosotros en casa, pero después volvió al cementerio”, apunta Verónica.
Héctor Baccega es el director del cementerio de Villa Carlos Paz y recuerda a la per-fección el día que conoció a Capitán. “Apareció acá solo y dio vueltas por todo el ce-menterio, hasta que llegó, también solo, a la tumba de su dueño. Y eso no es todo: cada día, a las seis de la tarde, va y se acuesta frente a esa tumba. Recorre el cemen-terio conmigo todos los días, pero cuando llega esa hora se va para el fondo, donde está la tumba de su amo”. La familia asegura que nunca llevó a Capitán al cementerio, por lo que es un misterio cómo llegó hasta allí. Marta, que vende flores en el lugar, dice que lo vio por primera vez en 2007. Tenía una patita quebrada. Le dieron antiin-flamatorios y lo entablillaron. Nunca se fue. “Se ve que quería mucho a su amo. Va a su casa, pero vuelve. Muchas veces lo quisieron llevar, pero se viene para acá”.
Damián ya se resignó: “Lo quise traer a casa varias veces, pero él se vuelve al cemen-terio. Si quiere estar ahí me parece bien que se quede. Está cuidando a mi papá.ABC Redes

Y ELLOS TAMBIÉN NOS MUESTRAN UN MISTERIOSO AGRADECIMIENTO

 

Siempre se ha dicho que los perros son los animales más fieles que existen. Prueba de ello es que es relativamente frecuente escuchar historias de cómo estas
m ascotas siguen a sus propietarios hasta hospitales, cuando son ingresados, y se niegan a abandonar las puertas del recinto hasta verlos salir por su
propio pie.
Sin embargo, a partir de ahora, los perros van a tener que comenzar a compartir su fama con los gatos. O, al menos, con Toldo, un pequeño felino italiano que
desde hace casi dos años vista a diario la tumba de su dueño.
Según leemos en el blog «Cerrajeros Zaragoza», todo comenzó en septiembre de 201 1 , cuando falleció Renzo Iozzelli, un hombre de 7 1 años que había adoptado a Toldo dos años antes, cuando el minino contaba con tan solo tres meses de edad.
El día del entierro de Iozzelli, Toldo decidió seguir a la comitiva a fúnebre hasta el ce-menterio de Montagnana, un pequeño pueblo de la Toscana italiana, hecho al que nadie dio importancia, según contó su viuda al diario «Corriere Fiorentino». Sin em-bargo, cuando al día siguiente acudió al camposanto acompañada de su hija se en-contraron con que el gato y a había visitado la tumba de su dueño, donde había depo-sitado una hoja de acacia.
Desde entonces, este felino gris y blanco ha visitado prácticamente a diario la lápida tras la que reposan los restos de Renzo Iozzelli, donde ha depositado toda clase de «regalos» que encuentra en el camino que conduce de su casa hasta el cementerio. Ramas, vasos de plástico, pañuelos de papel o cualquier otro objeto sirve a Toldo para demostrar su cariño por el hombre que un día lo rescató de las calles.
La fidelidad de Toldo no solo ha servido para convertir a este peculiar felino en una pequeña celebridad en Montagnana, sino que demuestra una vez más que el amor y la lealtad de los animales no se acaba con la muerte. ABC Redes.

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