“Confía en ti mismo”, era su credo. Y entre otros valiosos aforismos, aconsejó también: “Unce tu carro a una estrella”.

Un día de invierno hace cien años, un caballero de alta y desgarbada figura, rostro de rasgos afilados y angulosa quijada, envuelto en grueso abrigo de piel de búfalo, cruzaba las heladas aguas del Misisipí en una barquilla de remos. Sin cuidarse del frío, brillante la mirada de sus ojos azules, interrogaba a sus compañeros de travesía (granjeros y traficantes) acerca del trabajo Waldo Emerson, e iba camino de la pequeña población de Davenport (Iowa), a dar una conferencia.
Por malo que fuera el tiempo, por grandes las dificultades del viaje, Emerson se las arreglaba siempre para cumplir sus compromisos de conferencista. No había auditorio demasiado escaso ni aldea demasiado remota para este hombre que explicaba su gran filosofía del individualismo en los más rústicos lugares de una nación en cierne.
Las palabras de Emerson me llegan al corazón:
“Tener fe en el propio pensamiento; creer que lo que uno tiene por verdadero en lo íntimo de su corazón es también verdadero para todos los hombres, eso es el genio” ... “La virtud más solicitada es la conformidad; pero el que quiera ser hombre tiene que ser no-conformista...
“Una institución no es sino la proyección de algún hombre”... “En última instancia nada es sagrado sino la integridad de nuestro propio pensamiento... La consecuencia a ultranza es el fantasmón de las mentes mezquinas”... “Confía en ti mismo”: esta es la cuerda de acero que hace vibrar el corazón.
Muchos de los aforismos de Emerson han llegado a ser moneda corriente: “Unce tu carro a una estrella”, “Toda la humanidad ama a un enamorado”, “Jamás se logró nada grande sin entusiasmo”. Su influencia fue decisiva en la formación del pensamiento norteamericano y sus cualidades distintivas: optimismo, sentido práctico, confianza en sí propio. El gran poeta Robert Frost lo considera como uno de los cuatro hombres más grandes que hayan producido los Estados Unidos, a la altura de Washington, Lincoln y Jefferson. Tenía razón William James cuando aseguró que “la posteridad lo tendrá por un profeta”. Confía en ti mismo es uno de sus mejores ensayos, Emerson considera que la vida es un éxtasis. El más emocionante descubrimiento de Emerson es que el hecho de estar vivo constituye en sí un placer inenarrable. Aseguraba que todo lo que vive participa de la Conciencia Divina.
Deléitate con una parte de su ensayo:

CONFÍA EN TI MISMO
R.W.EMERSON

No hay grande ni pequeño para el alma que lo hace todo.
Donde ella llega, todas las cosas están, y llega a todas partes.
Yo soy dueño de la esfera,
de las siete estrellas y del año solar.
De la mano de César y del cerebro de Platón,
del corazón del Señor y del arte de Shakespeare.

Hay una inteligencia común en todos los individuos humanos. Cada hombre es una entrada a esa inteligencia y a cuanto en ella existe. El que es admitido una vez al derecho de razón, se convierte en el dueño de toda la propiedad. Lo que pensó Platón lo puede pensar él. Puede sentir lo que ha sentido un santo: puede entender lo que ha sucedido en cualquier época a cualquier hombre. El que tiene acceso a este espíritu universal, es un partícipe de todo lo que se ha hecho o puede hacerse, pues éste es el único y soberano agente.
En la confianza en sí mismo están comprendidas todas las virtudes.
El hombre debe ser libre, libre y valiente. Libre hasta de la definición de libertad, sin impedimento alguno que no salga su propia Constitución. Valiente, pues: El temor nace siempre de la ignorancia.
Es una vergüenza para él que su tranquilidad en una época peligrosa se derive de la presunción de que, como los niños y las mujeres, pertenece a una clase protegida; o que busque una paz temporal, apartando sus pensamientos de la política o de las cuestiones engorrosas, ocultando su cabeza como el avestruz en los arbustos floridos; atisbando por los microscopios o traduciendo versos, como silba un niño para mantener su valor en la oscuridad. Si hace eso, él peligro sigue siendo un peligro y el temor se hace aún peor. Debe hacerle frente varonilmente. Debe mirarlo a los ojos y escudriñar su naturaleza, reconocer su origen, que no está muy atrás. Así encontrará en sí mismo una completa comprensión de la naturaleza y de la extensión de ese peligro, sabrá por donde tomarlo y en adelante podrá desafiarlo e imponerse a él.
El mundo es de quién puede ver a través de sus apariencias.
La sordera, la completa ceguera, el gran error que observamos existen únicamente gracias a la tolerancia, a tu propia tolerancia. Si te das cuenta de que se trata de una mentira le habrás dado ya un golpe mortal.
El alma oye siempre en estrofas un mensaje, cuál quiera que sea el tema. El sentimiento que derraman vale más que el pensamiento que puedan contener. Creer en vuestro propio pensamiento; creer que lo que es verdadero para uno en la intimidad del corazón es verdadero para todos los hombres: eso es el genio. Expresar vuestra convicción latente, será a su tiempo el sentir universal; ya que lo más íntimo llega a ser lo más externo; y nuestro primer pensamiento nos es devuelto por las trompetas del juicio final.
Por familiar que sea para cada uno la voz del espíritu, el mayor mérito que concedemos a Moisés, Platón y Milton, es que reducen a la nada libros y tradiciones, y no dicen lo que los hombres pensaron, sino lo que han pensado ellos. El hombre debería observar, más que el esplendor del firmamento de bardos y sabios, ese rayo de luz que atraviesa su alma desde dentro. Sin embargo, rechaza su pensamiento precisamente porque es suyo.

En cada obra del genio reconocemos nuestros propios pensamientos rechazados; vuelven a nosotros con cierta majestad prestada. Las grandes obras de arte no poseen una lección más interesante que ésta. Nos enseña a preservar con amable inflexibilidad en nuestras impresiones espontáneas, sobre todo cuando las voces están del otro lado. Tal vez mañana dirá un desconocido, con seguro buen sentido, lo que ya habíamos pensado, y nos veremos obligados a recibir de otro, avergonzados, nuestra propia opinión.
Hay un momento en la formación de todos los hombres en que llega a la convicción de que la envidia es ignorancia; y la imitación un suicidio.
Que tiene que tomarse a sí mismo, bueno o malo, como parte propia. Que aunque el ancho mundo esté lleno de oro, no le llegará ni un gramo de trigo por otro conducto que no ser el del trabajo que dedique al trozo de terreno que le ha tocado en suerte cultivar. El poder que reside en él es nuevo en la naturaleza, y nadie más que él sabe lo que puede hacer, ni lo sabe hasta que lo ha probado.
Por algo un rostro, un carácter, un hecho, le causa una honda impresión. Y otros no le producen ninguna. No se comprende el que sin una armonía preestablecida se grabe esto en la memoria. Él ojo fue colocado dónde debía caer un rayo de luz con el fin de dar testimonio de ese rayo. No nos expresamos sino a medias, y nos sentimos avergonzados de esa idea divina que cada uno de nosotros representa. Podemos confiar en ella con seguridad, por ser proporcionada y de buen resultado; por ello debe ser manifestada fielmente, pues Dios no desea que su obra sea revelada por cobardes.
Un hombre se queda tranquilo y contento cuando ha puesto el corazón en su obra y a hecho todo lo posible que ha podido; pero lo que ha dicho o hecho de otra forma no le dará sosiego. Es una liberación que no libera. En el intento, su genio le abandona; ninguna Musa le conforta. Ninguna invención, ninguna esperanza.
Confía en ti mismo:
Todo corazón vibra ante esta cuerda de hierro.
Acepta el lugar que la divina providencia ha encontrado para ti; acepta la sociedad de tus contemporáneos, la conexión de los acontecimientos. Los grandes hombres lo han hecho así, confiándose infinitamente al genio de su época; revelado su creencia de que lo absolutamente digno de fe residía en su corazón, trabajan con sus manos, e imperaba en todo su ser.
Nosotros somos ahora hombres y debemos aceptar con él espíritu más alto el mismo destino trascendente; y no somos menores de edad ni inválidos metidos en un refugio, ni cobardes que huyen ante una revolución, sino guías, redentores y benefactores, obedientes al esfuerzo del todo poderoso; avancemos, pues, entre el caos y la oscuridad.
¡Qué magníficos oráculos nos ofrece la naturaleza en este texto, en la conducta y en el rostro de los niños, de las criaturas y los animales! Estos seres no tienen ese espíritu rebelde y dividido, esa desconfianza en un sentimiento, porque nuestra aritmética ha calculado la fuerza y los medios opuestos a nuestros fines. Su mente se haya aún entera, sus ojos no han sido dominados aún, y cuando miramos sus semblantes nos quedamos desconcertados. La infancia no se amolda a nadie: todos se amoldan a ella, de forma que un pequeño logra que cuatro o cinco personas mayores charlen y jueguen con él. Por eso Dios ha dotado a la niñez, a la pubertad y a la edad adulta con no menores atractivos y encantos; las ha hecho envidiables y graciosas dotándolas de derechos indiscutibles, si saben mantenerse por sí mismas. No creas que este joven carece de fuerza porque no puede contender con nosotros.

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Comentario

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Comentario de Nelson Astegher el febrero 26, 2013 a las 2:58pm

Si Luzmila, todo ser humano tiene su lado bueno, y tenemos que descubrirlo. Confiar en si mismo es sólo una cara de la mo­neda. La otra es confiar en la sabi­duría e integridad de los demás. Porque si uno cree, como creía Em­erson, en el carácter divino de la mente humana, tiene entonces que reconocer que todos los seres huma­nos comparten la misma chispa di­vina, no importa cuán diferentes o extraños parezcan ser. Y creo que esto es lo que hacemos, muchas gracias Luzmila por tu rico comentario.

Comentario de Luzmila Guisao Peña el febrero 25, 2013 a las 10:07pm

Amigo Nelson, al leer este ensayo se siente como ese gran Espìritu de Emerson vibra en las profundidades de nuestra alma primordial, es innegable la peremnidad de este filosofo y gran maestro, quien en cada aforismo, retrata una dimension desconocida para las consciencias humanas,  su esencial naturaleza,"confia en ti" es: recuerda quien eres, de donde provienes, quien te creo." La envidia es ignorancia y la imitacion es un suicidio"  !fantàstico!

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