¿Eres es un vago, o una vaga? por Nelson Astegher

Aristóteles: elogio del Ocio (de la vagancia)
Descendiente de una larga estirpe de médicos, se cree que en su juventud Aristóteles llevó una vida bastante desordenada, y que agotó todas sus posesiones, y fue entonces que ingresó al ejército presionado por el hambre. A los 18 años, ingresó a la academia que dirigía el ya muy conocido Platón. Al poco tiempo de haber ingresado se distinguió como "la inteligencia de la escuela".

Posiblemente su obra filosófica más importante, sea la Metafísica, este título se debe simplemente al hecho de que cuando se encontraron los libros del filósofo, este volumen fue encontrado después de los libros de física de este autor. Justamente la palabra metafísica (meta ta física, significa después de los libros de física). Física, proviene de la palabra griega fisis, que significa "naturaleza". Sin que se lo haya propuesto el autor, el término metafísica, pasó a señalar eso que está más allá de la naturaleza y que la explica, no en lo inmediato, que se ve, se toca, se percibe, si no en otra dimensión, la no-física. En platón se llamaba el mundo inteligible, es decir el mundo de las ideas.

Éste, nuestro mundo, era el mundo irreal. Aristóteles recuperó la realidad de este mundo natural y consideró que sin los sentidos no podemos llegar a conocer nada. Rechazó los mitos de su maestro platón, para quien el conocimiento debe, en efecto, superar el mundo de los sentidos y de lo particular, y alcanzar las ideas, este mundo de las ideas, alcanzando grados elevados de abstracción. Contrariamente a platón, Aristóteles creía que el mundo de afuera se nos hace mundo de adentro cuando sorbemos sus jugos, y logramos transformarlo en conceptos. Vemos un árbol, tenemos la experiencia de ese árbol, vemos otro árbol, más alto y tenemos otra experiencia, la de un tercer árbol, más chiquito pero poblado de frutos. Y así vamos sumando experiencias particulares, de la que emerge luego la noción universal de árbol. La metafísica comienza diciendo: todos los hombres desean por naturaleza saber, así lo indica el amor a los sentidos, pues al margen de su utilidad, todo el mundo ama sus sentidos, y más que ningún otro, el sentido de la vista.

La experiencia y los sentidos nos permiten aprehender el mundo, ellos nos educan.
"Lo que distingue al sabio del ignorante, es su capacidad de enseñar"
La experiencia es válida sólo para el que la posee, y sólo sirve para determinados momentos y circunstancias. La técnica es superior a la experiencia inmediata, pues perdura y puede tornarse lección, y aplicarse en diferentes situaciones. Ahora regresemos a nuestro árbol. Para distinguir entre este árbol y ley universal de árbol, es como hay que pensar, y para pensar hay que tener... tiempo. Quien se encuentra apremiado porque se rompe un caño de la cocina, no tiene tiempo para distinguir entre ese caño particular, y la idea de caño, en su sentido abstracto. La mujer que debe trabajar 10 horas diarias, y luego al regresar a su hogar, debe atender a su hijo y a su marido, difícilmente alcance meditar sobre qué es el tiempo, hay que tener tiempo, estar desocupado y des-pre-ocupado.

Esta es una gran verdad que Aristóteles puntualizó en pocas palabras: solamente pueden pensar los vagos. Por eso ellos pueden di-vagar, que es vagar entre ideas. Si viviéramos el tiempo de Aristóteles, nadie se ofendería si le dijeran "vago". Al contrario se sentiría un señor aristócrata y un pensante. El término vago, en efecto, tiene buena raíz, ya que viene del latín vacare, es decir "estar vacío", vació de preocupaciones y de otras compulsiones exteriores. De ahí proviene el término “vaca-ciones”. El ocio es la condición del pensamiento. Ocio en griego se dice esjolé, y de allí proviene el término escuela, por eso dice Aristóteles, las matemáticas nacieron entre los sacerdotes griegos, porque eran unos vagos, no hacían nada, cultivaban el esjolé, el ocio. Si hoy usted dijera los chicos, a sus propios hijos, por ejemplo, que van a la escuela porque son unos vagos, se mostrarían ofendidos, o sorprendidos. Más se sorprenderían si les explicara que la escuela los hace felices, porque los aproxima a la sabiduría superior que es la felicidad. En tiempo de Aristóteles, era un privilegio, pensar, tener maestros, tener ocio, tener escuela, tener esjolé. El saber era un placer y una dicha. Había un erotismo del saber. Un erotismo que aún hoy, es posible para quien ama el saber y sabe disfrutarlo. Porque eros equivale a philo, y éste equivale a amor, hacia el saber, porque Sofía es la sabiduría. Podemos decir entonces que filosofía es amor al saber y un deseo irrefrenable por poseerlo. Entonces, te deseo que puedas ser un vago/a y dedicarte mucho tiempo a la vagancia.

Baja aquí,Sobre Metafisica y Vagancia pdf

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Comentario

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Comentario de Nelson Astegher el julio 18, 2013 a las 9:40pm

El sabio Salomón, el hombre más sabio que existió, decía que desde muy joven había buscado la sabiduría,

que había buscado como al oro y la plata, que había dado su atención a la inteligencia y no había despreciado la prudencia, y llegó a ser el rey más sabio por su justicia y equidad. Quizás debamos recordarlo y amar como dices el amor a aprender. Muchas gracias por tu excelente reflexión Luzmila.

Comentario de Luzmila Guisao Peña el julio 14, 2013 a las 10:55am

Me da tanto gusto aprehender estas lecciones, cada vez logro esclarecer algunos interrogantes que desde tiempo me han rondado sin encontrarles asidero en ninguna parte de mi intelecto, emociones y sentimientos.

El oficio de aprender, debería ser el mas placentero, las escuelas perduran extramuralmente en la medida en que se conserve el erotismo del saber. La pregunta ahora es ¿como enseñar primero el amor por el saber, antes que el saber mismo? me refiero claro esta a la niñez, la adolescencia y la juventud. Creo que es por donde debemos empezar en nuestro accionar como facilitadores. Mi gratitud para ti amigo Nelson, y al universo infinito por ser mi fuente de sabiduría.

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