Historias para pensar II por Nelson Astegher

La nave de guerra y el rumbo de colisión.

Era una noche oscura y hermosa.
- Capitán, Capitán, despierte-…
- ¿Que ocurre?-
-Tenemos un grave problema señor-
-Pero… ¿Qué pasa?-
-Hay un barco en nuestra ruta marítima a 20 millas de aquí y se niegan a moverse, están en rumbo de colisión-
-Díganles que se mueva…-
-Ya lo hicimos señor y no se van a mover-
-Yo se lo pediré, envía la señal-
-Atención, muévanse 20 grados a estribor inmediatamente-
De pronto regresa la señal- muévanse ustedes 20 grados a estribor-
-No puedo creerlo, soy el capitán, hágales saber…-
-Soy un hombre importante, este es un destructor de la armada norteamericana-
-Manda la señal- el barco que usted está viendo es un destructor del tipo Aegis, y le ordena desviar 20 grados a estribor inmediatamente.-
Regresa la señal:-soy el marinero Martín Steward y le ordeno desviarse 20 grados a estribor de inmediato…-
-Que arrogancia, ¿Quién se cree este tipo que es?, somos un buque de guerra, podemos atacarlos…-
-Que sepan quienes somos-
-Manda la señal-
-Este es el destructor USS Eagle, buque insignia de la quinta flota estadounidense-
Regresa la señal- nosotros somos el faro de la bahía de Samaná. Ustedes deciden.
La anécdota es risueña pero cierta, se encuentra en el manual de procedimientos de la marina norteamericana.

Ahora meditemos. El hecho es, ¿Qué haces tú con lo que no puedes cambiar? ¿Te estrellas contra el faro o desvías el buque de tu vida? Hay sucesos y acontecimientos fuera de tu control, que no podrás cambiar. Un accidente, un tsunami, la perdida de una vida. Entonces tendrás que aceptar lo inevitable como una de las cosas que forman parte de la vida. El propósito de Dios en tiempos de crisis no es que tú sobrevivas sino que aprendas. Y si miras hacia atrás verás que muchos sucesos en tu vida que parecían destructivos, vistos a través del tiempo, fueron benéficos al fin. Y hoy te consideras una persona afortunada, el desconsuelo creó en ti sabiduría y entendimiento. Mírate y verás que eres una mejor persona a pesar de aquello (que te edificó). Da gracias a Dios por ello.

El samurai y el monje

Un samurai, conocido por todos por su nobleza y honestidad, fue a visitar a un monje zen en busca de consejos. Cuando entró en el templo donde el maestro rezaba, se sintió inferior y pensó que a pesar de haber pasado toda su vida luchando por la justicia y la paz, no se había acercado al estado de gracia del hombre que tenía frente a él. -¿Por qué me estoy sintiendo tan inferior? -preguntó al monje-, me enfrenté muchas veces con la muerte y defendí a los más débiles, no tengo nada de qué avergonzarme. Sin embargo, al verlo meditando, he sentido que mi vida no tenía la menor importancia. -Espera. En cuanto haya atendido a todos los que me han buscado hoy, te daré la respuesta -dijo el monje-. Durante todo el día el samurai se quedó sentado en el jardín del templo. Las personas entraban y salían en busca de consejos y el monje atendía a todos con la misma paciencia y la misma sonrisa luminosa en su rostro. El estado de ánimo del samurai iba de mal en peor, pues había nacido para actuar, no para esperar. Por la noche, cuando ya todos habían partido, insistió: -¿Ahora podrá usted enseñarme? El maestro lo invitó a entrar y lo llevó hasta su habitación. La luna llena brillaba en el cielo y todo el ambiente respiraba una profunda tranquilidad. -¿Ves esta luna qué bonita es?, cruzará todo el firmamento y mañana el sol volverá a brillar. Solo que la luz del sol es mucho más fuerte y consigue mostrar los detalles del paisaje que tenemos a delante: nubes, árboles, montañas. He contemplado a los dos durante años, y nunca escuché a la luna decir: -¿Por qué no tengo el mismo brillo que el sol?, ¿es que quizás soy inferior a él? -Claro que no -respondió el samurai-, la luna y el sol son dos cosas diferentes, cada uno tiene su propia belleza. No se pueden comparar. -Entonces, ya sabes la respuesta. Somos dos personas diferentes, cada cual luchando a su manera por aquello que cree, y haciendo lo posible para tornar a este mundo mejor; el resto son solo apariencias.

Recuerda. Lo que cuenta a la hora de ser valorados por los demás y por ti mismo, no es tanto tus cualidades más destacadas sino el nivel de autovaloración que tú tengas de ti mismo. En realidad, lo que tú te consideres a ti mismo, es justamente lo que los demás te considerarán. Si una persona se considera atractiva y exitosa, y si además piensa que su compañía es un verdadero regalo para los seres que la tratan, no cabe la menor duda de que los demás, antes o después, la considerarán y pensarán exactamente así. Ni más ni menos. El pensamiento es un instrumento creativo y el hombre se convierte en aquello en lo que piensa. Lo que hace años pensábamos que llegaríamos a ser en algún día futuro, bien sea en la profesión, en la afectividad, en la economía, en el desarrollo personal, en el poder de logro e incluso en la evolución espiritual, es justamente lo que hoy somos, ni más ni menos. Una consideración que sin duda, nos invita a dejar a un lado el “factor suerte” y asumir el poder creador de las propias creencias. Los límites se los pone cada cual en función de las creencias profundas de sí mismo y de sus propias posibilidades. Esto vale tanto para el Samurai como para el Monje. ¿Recuerdas cuando te sentiste con menosprecio ante esas personas?, corrige ahora ese pensemiento que no es cierto y presenta tu valía ante el mundo. El mundo no dudará en reconocerte.

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Comentario

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Comentario de Nelson Astegher el octubre 28, 2011 a las 12:50am
Muchas gracias Cesar: cuando el comentario proviene del pensamiento de un hombre de tu capacidad y además mi amigo, me honra. Pienso que el pensamiento es uno de los mas grandes dones que Dios nos ha dado. ¡Que maravilloso es pensar! El pensador es un creador, crea mundos, crea su propia vida, no hay limites para pensar y crear. Muchas bendiciones para ti y un gran abrazo, Nelson.
Comentario de César Debroy Sandoval el octubre 27, 2011 a las 11:09pm
Interesante, muy interesante Nelson. Gracias por esa disposición de compartir estos sucesos especiales que, en lo personal, me hacen reflexionar sobre muchas situaciones de mi vida. Sucesos como el dar la vía en la ruta, la tolerancia en el tráfico, y sobre todo, lo importante de valorar lo que soy, cómo soy. Generalmente en la mayoría de los casos me ha sido difícíl al realizar el FODA, encuntrar todas mis fortalezas, pero al leer estas historias, puedo agregar muchas de ellas. Gracias Nelson, que Dios te bendiga a tí y tu familia.

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