UNA HISTORIA DE SÓCRATES.

Un joven fue un día a ver a Sócrates y le preguntó:
-Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir ser sabio?.
Sócrates no contestó. El joven después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado se marchó y volvió al día siguiente con la misma demanda. No obtuvo ninguna respuesta y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta:
-¿Qué debo hacer para ser sabio?
Sócrates entonces le dijo:
-Ven conmigo.
Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad, el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua, y pese a los esfuerzos del joven por desasirse de él, allí lo mantuvo. El joven se debatía bajo el agua desesperado, y al fin lo dejó salir, y el muchacho respiró a grandes bocanadas recuperando su aliento. Entonces preguntó el maestro:
-Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?
Sin vacilar contestó el joven:
-Aire, quería aire.
-¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?
–No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire -fue su inmediata respuesta.
-Entonces -contestó el sabio-, para conseguir ser sabio debes quererlo con la misma intensidad con que querías el aire, debes luchar por ello y excluir todo lo demás. Debe ser tu única aspiración día y noche. Debes anhelar ser sabio como anhelaste el aire allá debajo. Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que quieres. No necesitarás entonces que yo te enseñe nada.

Cuantas veces anhelabas algo que parecía que no podías conseguir, y cuando desesperabas de alcanzarlo, pusiste todo tu pensamiento, todo tu empeño y lo obtuviste. Entonces comprendiste que la constancia y la determinación son los dos elementos infalibles para lograr el triunfo en las realizaciones de tu vida.

UNA CARRERA DE SAPOS
Érase una vez una carrera de sapos en el país de los sapos. El objetivo consistía en llegar a lo alto de una gran torre que se encontraba en aquel lugar. Todo estaba preparado y una gran multitud se reunió para vibrar y gritar por todos los participantes. En su momento se dio la salida y todos los sapos comenzaron a saltar. Pero como la multitud no creía que nadie llegara a la cima de aquella torre pues ciertamente, era muy alta, todo lo que se escuchaba era: “no lo van a conseguir”, qué lástima, está muy alto, es muy difícil, no lo van a conseguir”. Así la mayoría de los sapitos empezaron a desistir. Pero había uno que persistía, pese a todo, y continuaba subiendo en busca de la cima.
La multitud continuaba gritando: “es muy difícil, no lo van a conseguir”, y todos los sapitos se estaban dando por vencidos, excepto uno que seguía y seguía tranquilo cada vez con más fuerza. Finalmente fue el único que llegó a la cima con todo su esfuerzo. Cuando fue proclamado vencedor, muchos fueron a hablar con él y a preguntarle como había conseguido llegar al final y alcanzar semejante proeza. Cual sería le sorpresa de todos los presentes al darse cuenta que este sapito era sordo.
Moraleja: Sé siempre sordo cuando alguien duda de tus sueños

Tus sueños y tus deseos sólo deben ser por ti conocidos. A todo lo largo de tu vida se te ha podido haber repetido:
“Eso no es posible; es preciso tener los pies sobre la tierra. ¿Por quién te tomas”. Querían extinguir tus sueños.
El momento ha llegado de ponerte al abrigo de los “extingue-sueños” y dejar libre curso a tus deseos, los más locos y los más secretos. Así llegarás a la meta. Confía en tí.

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