SÓCRATES, EL FACILITADOR Y EL ALUMBRAMIENTO DE LA VERDAD

Ha habido interrogantes desde el comienzo de los tiempos, es parte de la esencia humana y los pensadores que han vivido en este mundo. La filosofía como una actitud crítica y sistemática nació en el siglo VI antes de Cristo, en las costas del Asia menor. Los primeros filósofos, era los Jonios, nacieron en estas colonias y su preocupación fue básicamente la comprensión de la Naturaleza o Physis (por ello se les denomina a veces “físicos”). Su visión del mundo fue naturalista pues consideraron que a la base del mundo perceptual se encuentra un principio material (para Tales el agua, para Anaxímenes el aire, por ejemplo). Eran principalmente cosmólogos. Más tarde, Sócrates llevó el pensamiento o una dimensión diferente, de las especulaciones cosmológicas, es decir sobre el cosmos, se pasó al tema del hombre.
Sócrates era hijo de una partera. Siempre dijo que de su madre había aprendido el oficio de pensar. Por qué pensar, en efecto consiste en dar a luz, y esto involucra una dosis de sufrimiento. El pensamiento brota a partir de la crisis, la crisis formada por la necesidad de pensar y encontrar fundamentos. Sócrates era griego, ateniense y la crisis se manifestó en el centro mismo de la vida griega: en la polis, es decir, la ciudad. La vida del hombre allí se centraba en la cosa pública, en la plaza o ágora. Allí se encontraban, discutían que era lo mejor para todos. Porque la ciudad era considerada de todos, y por ella y para ella vivían.
De esta manera, debate tras debate, se encontraba la felicidad, la del hombre perfectamente integrado e insertado en su ciudad, cualquiera fuere su ocupación o clase social. Cada hombre se sentía vitalmente, no como nosotros sino parte del cuerpo público. No sabía vivir por sí y para sí. Elegido ese tiempo hubiera sentido su propia individualidad, como una soledad trágica y violenta, como una amputación que lleva al dolor y a la muerte.
Recuerda que el hombre seguro, individual, cuando se desprende de esa totalidad abarcadora de ese cuerpo público, ese cuerpo desaparece y nace entonces el individuo. El ser sólo, el ser en crisis, el ser originado a partir de aquella ruptura con la totalidad, y que por tanto, piensa. En los pueblos antiguos pensar significaba repetir numerosas fórmulas tradicionales, inmemoriales. Todo del arte y la cultura, consistía en repetir y cada uno añadía.
El pensamiento filosófico nació de esa ruptura y ayudó, a poner en claro que la vieja tradición estaba desapareciendo o en tren de disolución. Pensar es revolucionar, es conmover, es sacudir. Eso hizo Sócrates. Eso hace el filosofar, como actitud frente a lo dado y establecido. Sócrates promovió una catástrofe: había que pensar cómo derrumbar lo que estaba pensado, establecido. Sócrates pone al hombre griego de espaldas al universo, y frente a frente consigo mismo.
En adelante cuando se pronuncie en Grecia la palabra ciencia, se entenderá primariamente como ética. Pérdida la confianza, en la vida espontánea que se apoya en lo externo, lo de afuera es preciso reconstruir artificialmente, una vida con solidez, invulnerabilidad, hecha de no vida, de desinterés por todo, de renuncia, de negación, justamente la liberación. La gran creación de Sócrates, fue la libertad íntima, la libertad que es el pensamiento del individuo.
Pensar, ¿en qué consiste vivir?, y cómo hacer para lograr una existencia feliz. Olvidarse de las verdades aprendidas, que nos fueron impuestas, y buscar la claridad y la razón de ser, dentro de uno mismo. Eso enseño Sócrates, no enseñó a saber, enseñó a pensar. Sócrates era un sujeto extraño, no se sometía a las convenciones de la mayoría, y pensaba con su propio cerebro. Por eso lo mataron. Por eso también es la referencia más importante. Muchos filosofaron antes que él pero únicamente Sócrates hizo de la filosofía una ciencia del vivir y del morir. Y esa ciencia sigue indispensable hasta el día de hoy. Sobre todo en estos tiempos de posmodernidad, de computadoras altamente sofisticadas, de navegación en Internet, de casas inteligentes y otros artilugios altamente cibernéticos. Si uno los aleja por un instante, se descubre desnudo. Entonces piensa y apoyándonos en Sócrates, nuestro contemporáneo, podemos pensar mejor.
¿Qué fue lo que incentivó a Sócrates?, o ¿quién?. Su mujer, según se dice. En efecto, Xantipa, que así se llamaba, era arisca, de pésimo humor, y le volvía muy amarga la vida a su marido. Como muchos hombres, a Sócrates le resultaba difícil vivir con esta mujer, pero no podía vivir sin ella, de modo que hizo de este problema cotidiano un aprendizaje filosófico. "Si logro que mi esposa no influya en mi ánimo, alcanzaré la máxima de la sabiduría, que es gobernarme a mí mismo".
Fue así, como este problema, la de la mujer irritable, nerviosa e insufrible se le volvió un bien, tuvo que pensar, y de ese modo se volvió filósofo. Por otro lado, aquello de andar por la calle meditando, en la plaza y en otros lugares públicos, conllevaba dos placeres, uno en el diálogo y el otro no está en casa. Pero claro no fue sólo el mal carácter de su esposa lo que incentivó a Sócrates a pensar. Sócrates fue testigo del esplendor de Atenas, y de su decadencia. El esplendor de los tiranos, después de la guerra del Peloponeso, habría de provocar graves contingencias sociales y políticas sumamente adversas, que condenarían al filósofo a muerte.
La filosofía es una cuestión de filósofos, pero los filósofos no nacen por generación espontánea o por una voluntad espontánea, sino más bien por circunstancias de la vida que los arrojaron a la reflexión y al pensamiento. Pero si nosotros, los hombres no tenemos problemas seríamos como las plantas, o como las vacas. Nos hace falta enfrentar el conflicto, la dificultad, la circunstancia dolorosa, los obstáculos de la vida y la necesidad de superarlos, el deseo de llegar más lejos a través del pensamiento, la creatividad y también la fantasía.
El que bebe agua no piensa en el agua. Piensa en el agua quien tiene sed, y no ve más que desierto.
Y tú, que estas leyendo, ¿cuál es tu ser?. Porque algo debe faltarte, como nos pasa a muchos, es posible que tengas dudas, quizás alguna crisis. Aprovecha la circunstancia que aparece desfavorable y piensa, piensa. Es revitalizante, no serás filósofo ni filosofa, pero no es necesario que lo seas, en el pensamiento encontrarás a ti mismo o a ti misma, y eso no es poco decir.
Pensar es un acto totalmente individualista, yo pienso, tú piensas. Pero Sócrates no concebía la acción de pensar como una actitud de aislarse, el pensador no debía mantenerse encerrado en su casa, o en su estudio. Sócrates se había criado en la calle, en la plaza pública, y allí iba a encontrarse con la gente a departir y a pensar con ellos, en discusión, en la confrontación de ideas, en el diálogo, y todos se beneficiaban.
Como te dije, Sócrates aseguraba haber aprendido el oficio de pensar, de su madre que era partera. Fíjate que el buen filósofo es como una partera que puede ayudar al otro a extraer la verdad que guarda en su interior. ¿Cómo?. A través del diálogo. Porque el hombre más ignorante o inculto guarda en su interior la verdad, sólo resta ayudarlo a darla a luz. Esto nos enseñó el filósofo, dialogando con él, viéndolo con preguntas a la movilización y a la introspección, hasta que finalmente hubiera extraer fuera de sí la verdad que permanecía adormecida en su interior.
Esta y no otra es la idea básica de la educación: la función del educador, del facilitador consiste en ayudar al alumno, a gestar la verdad, a producirla. Esta noción fue luego retomada por Platón, quien la desarrolló en sus primeros diálogos, con una influencia claramente socrática.
                                                                                                                                                  Nelson Astegher

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