No hay que confundir el amor propio con el amor de sí mismo, dos pasiones muy diferentes por su naturaleza y efectos. El amor de sí mismo es un sentimiento natural que lleva a todo animal a cuidar de su propia conservación, y que dirigido en el hombre por la razón, produce la humanidad y la virtud.
El amor propio no es más que un instrumento contingente, que lleva a cada individuo a prestar más atención a sí mismo que a todos los demás, que inspira a los hombres que se inflingen recíprocamente y que constituye la verdadera fuente de deshonor.
Extracto de los escritos de Juan Jacobo Rouseau(1712—1778).
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