Una de las grandes cuestiones de la ciencia es la presunción de que lo que hoy se cree y se sabe mañana es probable que se de¬muestre que es erróneo. Las teorías de ayer han servido como plataformas para escalar más alto, como explicaba sir Isaac Newton cuando decía: "Si he tenido el privilegio de ver más lejos que otros, es porque me he subido a los hombros de gigantes".
La única manera de que la ciencia progrese es haciendo preguntas poniendo en duda las suposiciones y las verdades que se dan por sentadas en un determinado momento. ¿Qué pasaría si resultase ser cierto también con respecto a nuestra vida personal, nuestro crecimiento individual y nuestro progreso?
¿Sabes qué? Es verdad. Cuando te liberas de tus propias suposiciones con respecto a ti mismo, creces más de lo que nunca hubieras pensado.
Convéncete
Reflexionar sobre las Grandes Preguntas es una manera maravillosa de que tu mente pase un "buen rato". ¿Cuándo fue la última vez que fuiste con tu mente a galopar salvajemente por el misterio? ¿Cuándo intentaste ir al otro lado del Infinito?
El hacerse preguntas tiene también un valor práctico enorme. Abre la puerta al cambio.
Por ejemplo: te has preguntado alguna vez, tal y como dijo Albert Einstein, ¿por qué repetimos una y otra vez la misma realidad? ¿Por qué seguimos teniendo las mismas relaciones? ¿Por qué conseguimos siempre los mismos trabajos, siempre los mismos? Con el mar infinito de potenciales que existe a nuestro alrededor, ¿cómo es posible que recreemos las mismas realidades?»,
O como dijo Einstein, una de las definiciones de locura es hacer las mismas cosas una y otra vez y esperar diferentes resultados.
Así es como llegamos a las Grandes Preguntas. Son Grandes porque crean una realidad más significativa, un panorama más significativo y opciones más significativas. Y llegan en forma de Preguntas porque vienen del otro lado, de lo Desconocido, Y llegar hasta allí es cambiar.
Reflexiona un rato sobre esto...
Muchos de nosotros podemos contestar a algunas de estas preguntas con facilidad. Pero el secreto es no ver solamente lo obvio, sino ver también lo que no es obvio, el subconsciente, ese lugar donde no miramos a menudo, si es que alguna vez lo hacemos. Cuando pienses en estas preguntas, recuerda mirar dentro de ti. Piensa en las cosas que puede que aprendieras de niño. Corno el miedo, por ejemplo: el miedo a los perros ¿penetra en tu consciencia bajo otro disfraz? Piénsalo despacio. ; ¡No hay nadie cronometrándote!
Estás en compañía distinguida
La gente se ha estado haciendo Grandes Preguntas desde hace miles de años. Siempre ha habido hombres y mujeres que contemplaban las estrellas y se cuestionaban ese vasto misterio, o miraban a su alrededor viendo como vivía la gente y pensaban:
¿No hay nada en la vida más que esto?
Los antiguos filósofos griegos reflexionaban y discutían sobre las Grandes Preguntas. Algunos, como Sócrates o Platón, se decían:
¿Qué es la Belleza? ¿Qué es la Bondad? ¿Qué es la justicia?
¿Cuál es la mejor manera de gobernar una sociedad? ¿Qué personas son las adecuadas para ser gobernantes?
Profesores, religiosos, místicos y maestros espirituales como:
Buda, Lao Tse, Jesús, Mahoma, san Francisco, Meister Eckhardt, Apolonio de Tiana, entre otros muchos de todas las tradiciones de este mundo, se han hecho Grandes Preguntas.
Preguntas, más preguntas
La gente con una mente científica siempre ha formulado preguntas: ¿cómo funciona? ¿Que hay dentro? ¿Son realmente las cosas como parece que son? ¿De dónde viene el universo? ¿Es la Tierra el centro del sistema solar? ¿Existen leyes y normas que sirven de base a lo que ocurre en mi vida cotidiana? ¿Cuál es la conexión entre mi cuerpo y mi mente?
Estas preguntas provocan en los grandes científicos de la historia una pasión por comprender que va más allá de la curiosidad. No son simples curiosos, ¡necesitan saber!
Cuando Alben Einstein era un niño, se preguntaba; ¿Qué pasaría si montara en mí bicicleta a la velocidad de la luz y encendiera el faro?, ¿se encendería? Casi se volvió loco haciéndose esa pregunta durante diez años, pero gracias a su decidida búsqueda se llegó a la teoría de la relatividad. Es un magnífico ejemplo de un hombre que se hace una gran pregunta y se mantiene en el desconocimiento durante años, hasta que da con una visión de la realidad completamente distinta.
Y Tú, ¿qué preguntas te harás?
¿Y bien? ¿Promueve la oración la creación? ¿Puedes influir en la realidad física con la mente? ¿Se pueden percibir cosas fuera del espacio y del tiempo? ¿Puede un hombre andar sobre las aguas? ¿Existe la partícula Higos?
¡¿Qué?!
La física teórica de partículas predice la existencia de la Partícula Higgs [la partícula que da masa a otras partículas]. Se están gastando cientos de millones de dólares en la construcción de aceleradores cada vez más potentes para encontrarla. Creo, sin embargo, que la mayoría de los ciudadanos del planeta Tierra preterirían saber la respuesta a las cuatro primeras preguntas;
Indudablemente, contestar esas cuatro primeras preguntas produciría un impacto masivo en la manera en que vemos el mundo y nos vemos a nosotros mismos. Un impacto mucho mayor que el que tendría encontrar otra partícula más, Pero la comunidad científica dominante no quiere contemplar lo que le han dicho que está "fuera de su campo”. Es curioso, porque los grandes avances parlen de ahí.
Así pues, ¿quién se apropia ahora de la búsqueda de la verdad?
Son dos caras de la misma moneda.
Primero la Iglesia, y ahora el nuevo sacerdocio: los científicos.
Y Tú ¿Qué harás? ¿Qué pensarás?¿Qué crearás?

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