¿Qué es la realidad?
Si me levanto por la mañana y, de repente, decido tomarme muy en serio la presunción (que seguramente es cierta) de no estar seguro de que mis ojos funcionen co¬rrectamente, entonces, a juzgar por lo que yo sé, junto a mi cama podría haber un precipicio o algo semejante, aunque parezca que hay un suelo firme. Si fuera incapaz de orde¬nar esas posibilidades en función del grado de probabilidad que les asigno, ¡no saldría de la cama! Creo que me que¬daría paralizado, en el sentido literal del término.
Una hipótesis es que realmente hay un suelo, que es lo que estoy viendo. Otra hipótesis es que el hecho de que esté vien¬do el suelo sea una alucinación y que lo que hay es un pre¬cipicio. Cuando te levantas de la cama por la mañana, apoyas una de las hipótesis porque te parece más probable que la otra. Así es como solemos actuar normalmente en la vida.
Cuando apoyamos la realidad que nos presentan los ojos, en ese momento, estamos contestando la pregunta que se cierne so¬bre nosotros: ¿qué es la realidad? La mayoría de la gente cree que la realidad es lo que los sentidos proyectan ante nosotros. Y la ciencia, desde luego, ha apoyado esa visión durante cuatrocien¬tos años: si no percibimos algo a través de los cinco sentidos (o de sus extensiones), no es real.
Sin embargo, esa “realidad” se muestra de una manera si la miramos con los ojos y de otra muy diferente si la miramos más detenidamente, en profundidad, con un microscopio o un desintegrador de átomos; entonces, se vuelve completamente distinta, irreconocible.
¿Y los pensamientos?, ¿son parte de la “realidad”? Mira a tu al¬rededor. Hay ventanas, sillas, luces y este articulo. Probablemente pensabas que todas esas cosas eran reales. Todas estaban precedi¬das por una “idea” de ventana o de silla. Alguien ideó esas venta¬nas y sillas y las creó. Así pues, si lo último es real, ¿es también real la idea? La mayoría de la gente cree que los pensamientos y las emociones son reales; ahora bien, cuando los científicos exploran la “realidad” evitan cuidadosamente hablar de cosas semejantes.
Al no haber obtenido una respuesta a la pregunta “¿qué es la realidad?”- (que resultó ser una pregunta demasiado compleja), la humanidad volvió al laboratorio e intentó resolver un aspec¬to más sencillo: tomemos las “cosas” que nos rodean (todos estamos completamente de acuerdo en que son “reales”) y vea¬mos de qué están hechas. Son mucho más simples que los sueños, las ideas, las emociones o cualquiera de esas cosas interiores.
El filósofo griego Demócrito de Abdera fue el primero en concebir la idea del átomo: “Nada existe, salvo átomos y espacio vacío; todo lo demás es sólo opinión”. Era un gran punto de par¬tida y de ahí salieron los microscopios electrónicos, los desintegradores de átomos y la cámara de Wilson; nosotros, personas grandes, escudriñamos el mundo de las cosas pequeñas.
Ahora bien, probablemente en el colegio te mostraron el mo¬delo de un átomo, con un núcleo sólido y electrones orbitando a su alrededor; y posiblemente le dijeron: “Los átomos son los pilares de la naturaleza”. ¡Buen intento! Es un concepto claro y lo explica bastante bien, sólo que no es así exactamente.
Resulta que las pequeñas órbitas regulares del interior de esos átomos diminutos y sólidos eran realmente paquetes de energía. Luego se descubrió que tampoco se trataba de eso, sino de con¬densaciones momentáneas de un campo energético... Como tú sabes, cada «átomo» está formado casi enteramente por un “es¬pacio vacío”; es una especie de milagro que no nos golpeemos con el suelo cada vez que intentamos sentarnos en una silla. Y como el suelo está también casi vacío, ¿dónde encontraremos al¬go lo bastante sólido como para sostenernos? “Nosotros”, o nuestros cuerpos al menos, ¡también estamos hechos de átomos!
Hoy la investigación más puntera sugiere que el llamado “espacio vacío” que hay en el interior de los átomos y entre un alomo y otro no está vacío en absoluto; está tan lleno de energía que un centíme¬tro cúbico luna gotita o un área del tamaño de una canica) ¡contie¬ne más energía que toda la materia sólida del universo conocido!
Así que... ¿que decías que era la realidad?
Profundizando
Mucho antes que los primitivos filósofos griegos—y ciertamente mucho antes de que existieran los científicos de la física cuántica—, los sabios de la India sabían ya que había algo importante más allá del modelo de los sentidos. Los profetas hindúes y budistas enseñaban, y siguen enseñando, que el mundo de las apariencias, el mundo que percibimos con los sentidos es maya, o ilusión, y que por debajo de ese mundo material, hay algo más poderoso y fundamental, más “real” aunque sea totalmente intangible. Como tantos textos espirituales sugieren, hay una realidad “superior” que es más fundamental que el universo material y que tiene algo que ver con la consciencia.
Eso es precisamente lo que la física cuántica está revelando. Sugiere que hay un reino enteramente no-físico en el núcleo del mundo físico, llámese información, ondas de probabilidad o consciencia. Decimos normalmente que los átomos son aquello de lo que las cosas están hechas “realmente”; si esta opinión fuera correcta, tendríamos que decir que ese campo subyacente de inteligencia es lo que “realmente” constituye el universo en el fondo.
El doctor Edgar Mitchell, astronauta de la NASA, llegó a la siguiente conclusión en su viaje de vuelta del espacio:
En un momento me di cuenta de que el universo es inteligente. Avanza en una dirección y nosotros tenemos algo que ver con ello. El espíritu creador, el intento creativo que ha sido la historia de este planeta, procede de nuestro interior y está también ahí fuera; todo es lo mismo...
Lo fundamental es la consciencia misma y la materia/energía es producto de la consciencia... Si cambiamos nuestra opinión sobre quiénes somos y conseguimos vernos como seres eternos y creadores que creamos experiencia física, unidos todos en ese nivel de existencia que llamamos consciencia, empezaremos a ver y a crear el mundo en que vivimos de una manera muy distinta.
La realidad de la consciencia: una realidad posiblemente más importante y más verdadera
Andrew Newberg, doctor en Medicina, ha estudiado la experiencia mística/espiritual desde el punto de vista de la neurociencia y ha escrito un par de libros sobre el tema: Dios: ¿por qué seguimos creyendo? Ciencia del cerebro y biología de la fe y The Mystical Mind: Probing the Biology of Belief (La mente mística: demostración de la biología de la fe). Dice que la gente que tiene una profunda experiencia mística y luego “regresa” al mundo ordinario “sigue percibiendo que aquella realidad es más rea! y representa una forma de realidad más verdadera y fundamental; para ellos, el mundo material en que vivimos constituye una realidad secundaria”.
Por eso, según Newberg, “necesitamos analizar detenidamente la relación que hay entre la consciencia y la realidad material... si el mundo material puede derivar realmente o no de una realidad consciente y si la consciencia misma puede ser ni más ni menos que el elemento esencial del universo”.
¿Sabremos realmente alguna vez?
En el siglo XVIII, el filósofo Imrnanuel Kant señaló que los seres humanos jamás podrían conocer realmente la naturaleza de la realidad tal y como es. Las investigaciones sólo nos proporcionan respuestas a las preguntas que planteamos y éstas están basadas en la capacidad y limitaciones de la mente. Todo lo que percibimos en el mundo natural (bien con los sentidos, bien a través de la ciencia) nos llega a través del filtro de la consciencia y está determinado por las propias estructuras mentales. Así, lo que vemos son “fenómenos”, es decir, interacciones entre la mente y la “realidad de ahí fuera”, sea la que fuere. No vemos la realidad, sino únicamente la idea que nos formamos de la realidad y que fabrican las neuronas del cerebro. Para nosotros, la “cosa en sí misma” permanece oculta para siempre.
Dicho de otra manera, la ciencia nos da solamente modelos del mundo, pero no el mundo en sí. Como dice Miceal Leclwith:
Bueno, la visión cuántica de la realidad no ofrece; la quintaesencia de la misma. Todo lo que intentamos hacer en la historia de la ciencia es producir modelos cada vez menos imperfectos que representen la naturaleza de lo que existe y, seguramente, en veinte o treinta años, puede que la física cuántica sea reemplazada por otra que permita una comprensión más seria y profunda de la realidad, se llame como se llame esa física en particular.
Y cuando la ciencia nos proporcione los modelos, aún tendremos que abordar el “nosotros”. Como señala Andrew Newberg:
En cuanto a la pregunta de si vivimos o no dentro de un gran simulador holográfico, no tenemos necesariamente una buena respuesta. Creo que es un gran problema filosófico que hay que discutir en términos de lo que la ciencia dice acerca del mundo, porque según ella, siempre somos los observadores. Siempre estamos limitados por lo que llega finalmente a nuestro cerebro humano, que nos permite ver y percibir las cosas que hacemos. Es concebible que todo esto no sea más que una gran ilusión de la que no hay forma de salir para ver lo que hay fuera realmente.
Niveles de realidad
Una información que puede ser muy útil para estudiar cuestiones sobre la naturaleza de la realidad es la idea de que hay niveles distintos que existen simultáneamente y que son todos reales. En otras palabras, los niveles superficiales son reales por propio derecho; sólo cuando los comparamos con niveles más profundos es cuando decimos que no son verdaderamente reales; no son el nivel “primordial”. Los brazos y las piernas son reales; las células y las moléculas son reales; los átomos y los electrones son reales. Y la consciencia es real. Como dice el doctor John Hagelin:
Vivimos en mundos literalmente distintos; existen la verdad superficial y la verdad profunda. Existen el mundo macroscópico que vemos y el mundo de nosotros mismos; el mundo de los átomos y el mundo de los núcleos. Son mundos completamente distintos.
Tienen su propio lenguaje y sus propias matemáticas. No son simplemente más pequeños; cada uno es enteramente distinto, pero todos son complementarios: yo soy mis átomos, pero también mis células. Y también soy mi fisiología macroscópica. Todo es verdad. Distintos niveles de verdad.
De modo que:
1. Todo es verdad.
2. Nada es verdad: se trata solamente de modelos.
3. Nosotros nunca podremos salir de nuestra propia manera de percibir la totalidad.
4. Si expandimos nuestra consciencia, podemos percibir la totalidad.
5. Todo lo anterior es verdad.
6. Todo lo anterior son modelos.
7- O...
¿La realidad es un proceso democrático?
En nuestra vida cotidiana, nuestra decisión sobre la realidad momento a momento, ¿es un proceso democrático simplemente? O ¿en qué momento se vuelve real algo? Si hay diez personas en una habitación y ocho ven una silla y dos ven un marciano, ¿quién se engaña? Si doce personas ven un lago como un cuerpo acuoso y una persona lo ve con la solidez suficiente como para andar sobre el, ¿quién se engaña? Pero la pega de todo esto es: ¿crea realidad la consciencia?, ¿es por eso por lo que nadie ha dado con una buena respuesta, porque la respuesta ES la realidad?
Reflexiona un rato sobre esto...
• ¿Cuáles son tus suposiciones sobre la realidad? ¿Cuál es la suposición más básica que haces todos los días?
• ¿Te has preguntado alguna vez de qué están hechos los pensamientos?
• ¿Puedes poner un ejemplo de cómo tus pensamientos se hacen realidad?
• Escribir una respuesta a la pregunta anterior, ¿es un ejemplo?
• ¿Qué son los sueños? Si soñar y percibir son actividades cerebrales primordialmente, ¿por qué pensarías que el mundo exterior es más real?
• ¿Qué estado parece más real?
• ¿Qué diferencia hay entre la realidad y tu percepción de la realidad?
• ¿Cómo cambiaría tu percepción de la realidad si cambiaras de paradigma?
• ¿Es posible cambiar tu percepción de la realidad sin cambiar de paradigma?
• ¿De qué color son los cristales de tus anteojos ahora?

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