Existe en nosotros un poder creativo realmente ilimitado. En el grado que podemos percibirlo, nos llegará un estado de complacencia y de satisfacción, al comprender lo que podemos lograr con ese poder, y lo que hemos logrado ya.
Extraemos ese poder del infinito mismo, y nunca nos corresponde tener miedo de lograr más de lo que nos pertenece.
Y realmente no hay ningún peligro en obtener nuestro poder. Es riesgoso y lesivo para nuestra persona no darnos cuenta de nuestro propio caudal interior o de pensar que la riqueza es simplemente lo que hemos logrado.
Sin embargo habremos de entender que la fortuna está en ese poder creativo proveniente del espíritu, que nos permite crear cosas.
Porque surge un conocimiento y una sabiduría a partir de las acciones de la creación. Desde ya un pensador es un creador.
Hay un almacén sin límites desde el cual proceden todas las cosas, puesto que si pensamos en nuestro entorno, veremos que nos llegan todas las cosas que necesitamos.
Entonces la paz interior comienza cuando te identificas con el espíritu de la abundancia. Debemos entendernos con la abundancia.
La abundancia debe engalanar nuestra forma de pensar. No pensar en el dinero, en sí mismo, porque se trata de una manera que expresa abundancia. Hay que pensar desde la abundancia es decir, de una forma generosa, torrencial y entonces encontraras que los medios para que los pensamientos, que son cosas, hagan fluir la abundancia hacia tu persona. Los pensamientos harán que la cosa fluya hacia ti en forma de dinero o de muchas otras maneras para las cuales no hace falta tener patrimonio
No vivamos esclavizados a la riqueza, o insistir que ese caudal llegue a nosotros por un canal particular. Porque eso sería imponer una limitación y cerrar los canales de abundancia. Si lo piensas bien verás que cuando quisiste tener algo, te llegó muchas veces de formas que ni imaginabas como te llegarían.
Y cuando este principio se nos aparezca claro, verás que lo más importante es dar antes de recibir. Para llegar a esta mentalidad, tenemos que vernos a nosotros mismos, no como contenedores de cosas, sino como centros de distribución. Y cuanto más actuemos como centros de distribución, más se sentirá la afluencia hacia nosotros de todo lo que nos corresponde.

                                                                                                                                               Nelson Astegher

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